El Placer de la Elegancia

martes, 8 de junio de 2010

Historia del Abanico. Egipto.


Dibujo de la Maza Ceremonial de Narmer.

Si pensamos en el abanico como un artefacto cuyo propósito es el de dar aire, espantar insectos o avivar el fuego, este ha existido desde hace milenios, literalmente. Los fenicios ya lo usaban; en la cultura griega y romana eran objetos imprescindibles para las altas clases, pero es de la civilización egipcia de la que nos ha llegado los indicios más antiguos de la existencia de los abanicos: las llamadas Maza Ceremonial de Narmer y Maza Ceremonial del Rey Escorpión. Estos dos objetos son adornos que o se presentaban como regalo a un templo específico, en el caso de la maza ceremonial de Narmer, o se usaban como ornamento en ceremonias muy especiales como bodas, en el caso de la maza ceremonial del Rey Escorpión.

Con el paso del tiempo los abanicos fueron adquiriendo un uso simbólico y representativo de estatus y poder y su uso se fue restringiendo: únicamente las clases altas podían usarlos. En dinastías posteriores a Narmer tenemos constancia de la existencia de un título oficial conocido como “El Portador del Abanico Real” (aunque el título lo ostentaba un oficial que no necesariamente cargaba el Abanico Real, sino que era el encargado de los esclavos que sí los llevaban). La sombra (šwt) que el Abanico Real proyectaba en el suelo era territorio prohibido a todos los súbditos del Faraón. Los esclavos que lo abanicaban eran intocables y eran tratados con respeto dada su cercanía con él.

Los abanicos en aquella cultura eran grandes y tenían formas que asemejaban la flor de loto azul o la hoja de palmera. Existían otras formas (plantas, aves) que llevaban clases más bajas que la Real. Se inscribían con detalles que representaban formas divinas que acompañaban al aristócrata.

En numerosos jeroglíficos se muestra a los Faraones siendo seguidos por portadores de abanicos que no eran esclavos, sino personificaciones de "ankhs" (emblemas), tales como la vida o el aire, lo que representaba que el Faraón era seguido por fuerzas sobrenaturales que lo protegían.

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